Abrir la puerta y salir al mundo. No es todo el mundo, pero es un mundo lleno de historias. Lo he visto en las fotografías de Helen Levitt, Joel Meyerowitz, Lee Friedlander, Diane Arbus y tantos fotógrafos que han caminado cientos de kilómetros por esta ciudad y han hecho miles de fotografías. Por que la única manera de entender Nueva York es caminarla, mirarla, escucharla, olerla… Poner todos los sentidos al servicio de la fotografía.
Me lanzo a la calle sin saber muy bien cómo procesar toda la información que me ofrece la ciudad. Luz, amplios espacios, movimiento a todas horas, rincones insólitos, personajes interesantes. Y yo con un tiempo demasiado limitado. El tiempo siempre es insuficiente y, en el caso de Nueva York, 48 horas es un pestañeo.
“Nueva York es una ciudad extraordinaria, una metáfora del mundo, incontenible, mestiza, apabullante y contradictoria, que, desde hace un par de siglos, ha ejercido un enorme poder de atracción en todo tipo de visitantes. Gente vinculada a la literatura, el cine, la música, la pintura, la fotografía, etcétera, ha visto en ella una energía creativa -destructiva, a veces- a la que resulta imposible sustraerse.”
Alberto Gil en “Espíritus de Nueva York”
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