Cuando miraba Toledo desde la otra orilla del río Tajo fantaseaba con la cantidad de secretos que guarda esta ciudad. He tenido 24 horas para disfrutar de su fuerte personalidad y, de ellas, sólo 5 para hacer fotos, también había que trabajar. He subido y bajado escaleras siempre en busca de la luz, algo que no es sencillo en ese laberinto de calles estrechas en las que se respira arte, algo de misterio y mucha historia.
Un domingo, a las 9 de la mañana, Toledo es una ciudad tranquila y, tras unos primeros pasos sin un rumbo definido, empiezo a reconocer las sensaciones que me envuelven cuando estoy conectado. Me pasa en Madrid y me ha pasado en Nápoles y en Vitoria. No tengo prisa, soy dueño de mis propios pasos. No llevo un mapa, no me importa perderme y mirar por primera vez cada detalle. Me gusta que la fotografía sea la excusa perfecta para encontrarme con ese mundo que me rodea y me empeño en ello. Una parada para un café, una charla intrascendente con esa persona que me acabo de encontrar y muchos pequeños y efímeros detalles que me alegran el día. En Toledo, en Madrid o en cualquier otra ciudad.
Comparto esta serie de fotos que he hecho en estas 24 horas en Toledo.
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Preciosa serie… ¡¡ Enhorabuena !!
Buenos días Aurora, Muchas gracias por dejar tu comentario. Siempre me quedo con ganas de más y Toledo es una ciudad con carácter y personalidad. Volveré!!!
Me encanta Toledo, tiene tantas cosas que contar. En cada calle, cada rincón hay un misterio. Tus fotos son preciosas Nacho!
Muchas gracias Yolanda, efectivamente en cada rincón hay un detalle que llama la atención. Una puerta, un claustro, un edificio…y esa luz que se va colando entre sus calles estrechas. Quiero volver en primavera a ver qué me encuentro. Un saludo!!!
Preciosas fotografías. Y, además, el blanco y negro me apasiona.
Hola Ángela, muchas gracias por pasar por aquí y dejar tu comentario. El blanco y negro da mucho juego para una ciudad como Toledo 😉
Un saludo!!!